He visto varios programas de televisión de adiestradores de animales coincidiendo varios en una misma idea: los animales carecen de sentimientos.
Con el propósito de refutar esa idea relató la siguiente historia que hace algún tiempo me trasladó una persona cercana.
Tenía un perro labrador en su familia, Sacha, en la que, al poco tiempo, acogió a un gato que recibió por nombre Nino.
Convivieron juntos muchos años hasta el fallecimiento reciente del primero, que sumió en una profunda tristeza a Nino, quien perdió casi la totalidad del pelo que lo cubría.
Ante este hecho medito sobre la idea que encabeza este relato no encontrando justificación alguna a ese comportamiento que no participe en algun modo de una minima carga sentimental.
El perro Sacha tenía dos años cuando se incorporó al pequeño gato al nucleo familiar.
Como buen perro labrador, fiel y amoroso, lo acogio con todo su cariño, arropandolo y protegiendolo del frio que se ceñia sobre el jardin en que vivian cuando se ponía el sol.
Siempre fieles amigos, siempre juntos, compartian juegos e incluso sus respectivos alimentos.
Tras la muerte de Sacha Nino no ha vuelto a ser el mismo, dejando de corretear como antaño lo hacia, cazando pequeños aminales que entregaba a sus dueños a modo de trofeo.
Por favor, no maltrates ni abandones a los animales.
Respétalos, caminamos juntos en la senda de la vida.
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