Por haber encontrado este camino ¡que tanto busqué!
Se cerraron ¡tantas puertas!, y una se abrió,
pero acostumbrada desde siempre a ver puertas cerradas, seguía observando los límites a mi libertad, no satisfaciendo mis motivaciones espirituales, coartada por yugos aparentemente insuperables.
Mi mundo: un vacío que no llenaba nadie.
Aspiro a ser nuevamente yo misma, pues nunca es tarde para aprender, para desarrollarnos, para encontrarnos en el camino de regreso de vuelta a casa.
P.S. Gracias también a mi Maestro Damián Álvarez por estar tras de esa puerta abierta.