Sinceramente, creo que si aceptásemos a las personas en su verdadera y mas real identidad, abstrayendo las circunstancias concretas que hayan influido en su vida y efectos que las mismas hayan determinado, apreciándolas, pues, como seres, seríamos y ofrcieriamos a los demás la oportunidad de ser felices en mayor grado.
Cada persona es la materialización de un mundo y en cada uno de esos mundos se esconde una historia.
¿Cuántas veces juzgamos a los demás sin haber tenido la oportunidad de conocerlos?
Tal vez nos estemos limitando a juzgar su apariencia externa, sus actitudes, sin ofrecerles la oportunidad de conocer y comprender los hechos y motivos que han determinado que sea quien es y actúe como actúa.
En el fondo todos hemos sido y somos niños heridos necesitados de un poquito de amor.
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