El corazón de todas las personas del mundo es igual, independientemente de la nacionalidad, la religión y el color de piel de cada uno. Todos los habitantes del planeta tenemos una misma ansia y necesidad de amor, paz y felicidad.
Es algo que Dios ha puesto en nosotros por mas que seamos distintos y tengamos variadas procedencias. Todos nuestros problemas tienen una sencilla solución, la misma que han tenido en todas las épocas, en cada generación: ¡EL AMOR!
Amor verdadero, auténtico, el amor de Dios. Todos necesitamos amor, ese es el remedio que ofrece Dios para todos los problemas actuales, el que siempre ha ofrecido, un remedio tan sencillo e infantil que a muchas personas les cuesta creerlo, a pesar de ello, sigue siendo la solución de Dios, incluso en un mundo tan confuso y complejo como este en el que vivimos.
Es así de simple: si todos amamos a Dios, y tenemos su amor en nuestro corazón, nos amaremos mutuamente y nos ocuparemos el uno por el otro. Cumpliremos así con las normas divinas sobre la vida, la libertad y la felicidad con lo cual todo andará bien y seremos dichosos.
La mayoría de los males que aquejan al mundo actual se debe a que los hombres han rechazado a Dios y sus leyes de amor; si la gente amara a Dios y al prójimo no sería mala ni egoísta; los ricos no despojarían a los pobres, los que gozan de abundancia no se cruzarían de brazos viendo a sus semejantes pasar hambre, sufrir enfermedades o matarse trabajando ¡ y, desde luego, no se librarían crueles guerras en que los hombres se hieran y se maten unos a otros!
Por eso dijo Jesús que el mandamiento mas importa es amar, antes que nada, a Dios, y seguidamente al prójimo como a uno mismo. Es mas, que enseñó que esas dos leyes sencillas engloban todos los mandamientos de Dios.